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La intención del Adviento es despertar en nosotros la memoria emocional más profunda y básica, a saber, la memoria del Dios que se hizo niño. Es una memoria sanadora, portadora de esperanza. El propósito del año de la Iglesia es ensayar continuamente su gran historia de recuerdos, despertar la memoria del corazón para que pueda discernir la estrella de la esperanza.