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Apenas hay un rey entre cien que, si pudiera, no seguiría el ejemplo de Faraón: conseguir primero todo el dinero del pueblo, luego todas sus tierras y después convertirlos a ellos y a sus hijos en siervos para siempre.
Apenas hay un rey entre cien que, si pudiera, no seguiría el ejemplo de Faraón: conseguir primero todo el dinero del pueblo, luego todas sus tierras y después convertirlos a ellos y a sus hijos en siervos para siempre.