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De los tres objetivos oficiales de nuestro sistema penitenciario: venganza, disuasión y reforma del delincuente, sólo se consigue uno; y es el que resulta abiertamente abominable.
De los tres objetivos oficiales de nuestro sistema penitenciario: venganza, disuasión y reforma del delincuente, sólo se consigue uno; y es el que resulta abiertamente abominable.