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Nuestros hermanos y hermanas muertos aún viven para nosotros y nos piden que pensemos en la vida, no en la muerte, en la vida a la que en su juventud prestaron la pasión y la gloria de la primavera. Mientras escucho, el gran coro de la vida y la alegría comienza de nuevo, y en medio de la terrible orquesta de poderes visibles e invisibles y destinos del bien y del mal, nuestras trompetas hacen sonar una vez más una nota de audacia, esperanza y voluntad.