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Adquirí más riqueza, poder y prestigio que la mayoría. Pero puedes adquirir todo lo que quieras y seguir sintiéndote vacío. ¿Qué poder no cambiaría por un poco más de tiempo con mi familia? ¿Qué precio no pagaría por una tarde con los amigos? Hizo falta una enfermedad mortal para ponerme frente a frente con esa verdad, pero es una verdad que el país, atrapado en sus ambiciones despiadadas y su decadencia moral, puede aprender a mi costa.