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Negarse a chismorrear es una hermosa decisión. No sólo crea amistades más ricas, sino que, lo que es más importante, hace que nuestra relación con el Señor sea más auténtica y creíble. Honramos a Dios cuando nos honramos unos a otros.
Negarse a chismorrear es una hermosa decisión. No sólo crea amistades más ricas, sino que, lo que es más importante, hace que nuestra relación con el Señor sea más auténtica y creíble. Honramos a Dios cuando nos honramos unos a otros.