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Cuando el salteador de caminos te apunta con su pistola a la cabeza, le entregas tus objetos de valor. Estás de acuerdo, pero lo haces porque no puedes evitarlo, porque estás obligado por su pistola. ¿No estás obligado a trabajar para un patrón? Tu necesidad te obliga, igual que la pistola del salteador de caminos.