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  • ¡Qué maravillosa es la voz humana! Es, en efecto, el órgano del alma. El intelecto del hombre está entronizado visiblemente en su frente y en su ojo, y el corazón del hombre está escrito en su semblante, pero el alma, el alma se revela sólo en la voz.

    Henry Wadsworth Longfellow (1851). “The prose works of Henry Wadsworth Longfellow”, p.113