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En la antigüedad, quienes deseaban iluminar el mundo con la virtud, primero ponían orden en sus naciones. Deseando ordenar bien sus naciones, primero armonizaron sus familias. Deseando armonizar sus familias, primero se cultivaron a sí mismos. Deseando cultivarse a sí mismos, primero rectificaron sus mentes. Quienes deseaban rectificar sus mentes, primero hacían sinceras sus intenciones.