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Un autor que describa los métodos de la agricultura intensiva, o los excesos de la caza deportiva, o incluso los usos más crueles de los animales en la ciencia, escribe con la seguridad de que la mayoría de los lectores compartirán su sentimiento de preocupación e indignación. Hacer un llamamiento a la acción -convencer a la gente de que el cambio no sólo es necesario, sino realmente posible- es más problemático. Para proteger a los animales de la crueldad, siempre hay que dar un paso de la corriente dominante a la marginal. Condenar el mal es obvio, sugerir su abolición es radical.