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  • Veo jóvenes, mis conciudadanos, cuya desgracia es haber heredado granjas, casas, graneros, ganado y aperos de labranza; pues éstos se adquieren más fácilmente que deshacerse de ellos. Más les valdría haber nacido en el prado abierto y haber sido amamantados por una loba, para que vieran con ojos más claros en qué campo estaban llamados a trabajar. ¿Quién los hizo siervos de la tierra? ¿Por qué habrían de comer sus sesenta acres, cuando el hombre está condenado a comer sólo su picota de tierra? ¿Por qué han de empezar a cavar sus tumbas nada más nacer?

    Henry David Thoreau, Nancy L. Rosenblum (1996). “Thoreau: Political Writings”, p.24, Cambridge University Press