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Ni cristiana, ni judía, ni musulmana, ni hindú, ni budista, ni sufí, ni zen. No soy de ninguna religión ni sistema cultural. No soy de Oriente ni de Occidente, no salgo del océano ni subo de la tierra, no soy natural ni etéreo, no estoy compuesto de elementos en absoluto. No existo, no soy una entidad de este mundo ni del otro, no desciendo de Adán ni de Eva ni de ninguna historia de orígenes. Mi lugar no tiene lugar, es un rastro de lo que no tiene rastro. Ni cuerpo ni alma. Pertenezco al amado, he visto los dos mundos como uno y a ese uno llamo y conozco, primero, último, exterior, interior, sólo a ese ser humano que respira.