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  • Como ninguna otra enfermedad, el sida pone a prueba nuestra capacidad de ponernos en el lugar de los demás, de empatizar con la difícil situación de nuestros semejantes. Aunque la mayoría estaría de acuerdo en que el huérfano del SIDA, la víctima de una transfusión o la esposa agraviada contrajeron la enfermedad sin tener culpa alguna, con demasiada frecuencia ha sido fácil para algunos señalar al marido infiel, al joven promiscuo o al homosexual y decir: Esto es culpa tuya. Tú has pecado. No creo que sea una respuesta satisfactoria. Mi fe me recuerda que todos somos pecadores.

    Barack Obama (2009). "Barack Obama: Discursos de camino a la Casa Blanca".
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