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  • La abogacía es una profesión imperfecta en la que rara vez se alcanza el éxito sin un cierto sacrificio de los principios. Por lo tanto, todos los abogados en ejercicio -y la mayoría de los demás profesionales- serán necesariamente imperfectos, especialmente a los ojos de los jóvenes idealistas. No hay justicia perfecta, como no hay absoluto en ética. Pero existe la injusticia perfecta, y la reconocemos cuando la vemos.