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Ahora bien, la Iglesia no es madera y piedra, sino la compañía de personas creyentes; hay que aferrarse a ellas, y ver cómo creen, viven y enseñan.
Ahora bien, la Iglesia no es madera y piedra, sino la compañía de personas creyentes; hay que aferrarse a ellas, y ver cómo creen, viven y enseñan.