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  • El hombre que se encuentra en su propio suelo, que se siente, por las leyes de la tierra en la que vive, -por las leyes de las naciones civilizadas-, propietario legítimo y exclusivo de la tierra que cultiva, está, por la constitución de nuestra naturaleza, bajo una influencia saludable, no fácilmente imbuida de ninguna otra fuente.

    Edward Everett (1839). “Selections from the Works of Edward Everett: With a Sketch of His Life”, p.62