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Es un pensamiento tan dulce como el cielo saber que en la mente de cada uno de nosotros el mayo junto a la valla sigue floreciendo en una eterna primavera; que la campanilla de invierno tiene en nuestros corazones un triple nacimiento, y florece en tres mentes separadas, impecablemente... De modo que si todas las flores y hierbas y huecos y colinas de la vieja casa fueran arrasados y mutilados -como ahora, supongo-, los conservamos intactos en tres mentes, cada una dependiendo de la otra para abastecerse de las delicadas minucias del recuerdo.