Nuestra ley federal del impuesto sobre la renta define el impuesto y a pagar en función de la renta x; lo hace de forma bastante torpe, pegando varias funciones lineales, cada una válida en otro intervalo o tramo de renta. Un arqueólogo que, dentro de cinco mil años, desentierre algunas de nuestras declaraciones de la renta junto con reliquias de obras de ingeniería y libros de matemáticas, probablemente las datará un par de siglos antes, sin duda antes que Galileo y Vieta.