La ceremonia del té es una forma de venerar lo bello y lo sencillo. Todos los esfuerzos se concentran en intentar alcanzar la perfección a través de los gestos imperfectos de la vida cotidiana. Su belleza consiste en el respeto con que se realiza. Si una simple taza de té puede acercarnos a Dios, deberíamos estar atentos a todas las demás decenas de oportunidades que nos ofrece cada día ordinario.