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Todo lo que siempre quise desde que llegué a la Tierra fueron las cosas que resultaron estar a mi alcance. Las mismas cosas que necesitaba cuando era un bebé: pasar del frío al calor, de la soledad al abrazo, del recipiente al dador, del vacío a la plenitud. Puedes cambiar el mundo con un baño caliente, si te sumerges en él desde un lugar en el que sabes que mereces un cuidado profundo, incluso cuando estás sucio y agitado. ¿Quién lo diría?