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El liderazgo en la iglesia no se confía a recaudadores de fondos exitosos, eruditos bíblicos brillantes, genios administrativos o predicadores hechizantes... sino a aquellos que han sido arrasados por una pasión consumidora por Cristo - hombres y mujeres apasionados para quienes el privilegio y el poder son triviales comparados con conocer y amar a Jesús.