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Volvamos al Señor. El Señor nunca se cansa de perdonar: ¡nunca! Somos nosotros los que nos cansamos de pedirle perdón. Pidamos la gracia de no cansarnos de pedir perdón, porque Él nunca se cansa de perdonar.
Volvamos al Señor. El Señor nunca se cansa de perdonar: ¡nunca! Somos nosotros los que nos cansamos de pedirle perdón. Pidamos la gracia de no cansarnos de pedir perdón, porque Él nunca se cansa de perdonar.