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Si durante un día entero, en silencio y con determinación, nos entregáramos a la propiedad de Jesús y a obedecer sus órdenes, nos asombraríamos a su término al darnos cuenta de todo lo que había metido en ese único día.
Si durante un día entero, en silencio y con determinación, nos entregáramos a la propiedad de Jesús y a obedecer sus órdenes, nos asombraríamos a su término al darnos cuenta de todo lo que había metido en ese único día.