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Nadie puede permanecer neutral ante la resurrección de Jesús.
La afirmación es demasiado asombrosa,
el evento es demasiado estremecedor,
las implicaciones demasiado significativas
y el asunto demasiado serio.
Debemos recibirla o rechazarla como verdad para nosotros.
Permanecer indiferentes o indecisos es rechazarla.