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La familia cristiana está siendo atacada en todos los frentes. Los matrimonios cristianos se están desintegrando a un ritmo alarmante. Los niños no están recibiendo la formación y el modelo adecuados de sus padres cristianos. Y, desde mi perspectiva, uno de los principales contribuyentes a este trágico deslizamiento suele ser un esposo y padre que no está asumiendo plenamente su papel ordenado por Dios como líder espiritual.