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Queridos hermanos y hermanas... El Señor me llama a "subir a la montaña", a dedicarme aún más a la oración y a la meditación. Pero esto no significa abandonar la Iglesia, es más, si Dios me lo pide, es para que pueda seguir sirviendo a la Iglesia con la misma dedicación y el mismo amor con que lo he hecho hasta ahora, pero de un modo más adecuado a mi edad y a mis fuerzas