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Nuestro Señor se reservó ciertas cosas que haría a su debido tiempo de una manera fuera del curso y orden de la naturaleza, para que se maravillaran y asombraran al ver cosas no grandes, sino insólitas, los que no se conmueven con las cosas que se ven diariamente. Pues el gobierno del mundo es un milagro mayor que alimentar a cinco mil hombres con cinco panes; sin embargo, ante el primero nadie se maravilla, el segundo asombra a todos los hombres: no como un milagro mayor, sino como uno más raro.