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... siempre que Cristo, el Esposo de las almas puras, se une místicamente a cada alma, da al Padre ocasión de alegrarse por ello como en una boda. Es Cristo mismo quien dice: "Habrá alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente" (Lc 15, 7). Porque la alegría, según el Apóstol, es fruto del Espíritu Santo (Ga 5, 22), que por medio de la conversión devuelve a Cristo a los que viven arrepentidos y los reúne con Él. Y esta alegría abarca tanto a los que están en el cielo como a los hombres piadosos de la tierra. Por eso hay alegría en el cielo por un pecador arrepentido.