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  • Desde el principio de mi Reforma le he pedido a Dios que no me envíe ni sueños, ni visiones, ni ángeles, sino que me dé el entendimiento correcto de Su Palabra, las Sagradas Escrituras; porque mientras tenga la Palabra de Dios, sé que estoy caminando en Su camino y que no caeré en ningún error o engaño.