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Sólo hay dos lugares en los que los poderosos y los grandes de este mundo pierden el valor, tiemblan en lo más profundo de sus almas y sienten verdadero miedo. Son el pesebre y la cruz de Jesucristo....Ningún sacerdote, ningún teólogo se paró en la cuna de Belén. Y, sin embargo, toda la teología cristiana encuentra sus comienzos en el milagro de los milagros: que Dios se hizo humano.