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  • El fin último de toda actividad en la Iglesia es ver a un esposo, a su esposa y a sus hijos felices en el hogar, protegidos por los principios y las leyes del Evangelio, sellados con seguridad en los convenios del sacerdocio eterno. Los esposos y las esposas deben comprender que su primer llamamiento -del cual nunca serán liberados- es el uno hacia el otro y luego hacia sus hijos.