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A los supervivientes les cuesta expresar sus sentimientos. Están más acostumbrados a minimizar su dolor y a ocultar cómo se sienten realmente, tanto a sí mismos como a los demás. A menudo se asustan cada vez que sienten algo intensamente, ya sea rabia, dolor, miedo o incluso amor y alegría. Temen que sus emociones les consuman o les vuelvan locos.