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Estas pasiones políticas nacen de un hambre tan profunda que roza lo espiritual. O lo eran para mí, y siguen siéndolo. Quiero que mi vida sea un grito de guerra, una zona de guerra, una flecha apuntada y lanzada al corazón de la dominación: patriarcado, imperialismo, industrialización, todo sistema de poder y sadismo. Si la imaginería marcial te aliena, puedo reformularla. Quiero que mi vida, mi cuerpo, sea el lugar donde la tierra sea apreciada y no devorada, donde no se dé cuartel al sádico, donde cese la violencia.