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  • Mientras insistamos en definir nuestra identidad sólo en función de nuestro trabajo, mientras intentemos cerrar los ojos a las necesidades de nuestros hijos y endurezcamos nuestro corazón contra ellos, seguiremos sintiéndonos desgarrados, insatisfechos y agotados..... La culpa que sentimos por descuidar a nuestros hijos es un subproducto de nuestro amor por ellos. Nos impide alejarnos demasiado de ellos, durante demasiado tiempo. Su llanto debería ser más apremiante que la llamada de la oficina.

    Danielle Crittenden (2009). “What Our Mothers Didn't Tell Us: Why Happiness Eludes the Modern Woman”, p.130, Simon and Schuster