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En primer lugar, quiero rendir homenaje a Diana. Era un ser humano excepcional y dotado. En los buenos y en los malos momentos, nunca perdió su capacidad de sonreír y reír, ni de inspirar a los demás con su calidez y amabilidad. La admiraba y respetaba por su energía y su compromiso con los demás, y especialmente por su devoción a sus dos hijos.