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Para que los hombres y las mujeres se comprendan mutuamente, penetren en su naturaleza con simpatía recíproca y lleguen a ser capaces de una auténtica camaradería, los cimientos deben ponerse en la juventud.
Para que los hombres y las mujeres se comprendan mutuamente, penetren en su naturaleza con simpatía recíproca y lleguen a ser capaces de una auténtica camaradería, los cimientos deben ponerse en la juventud.