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Pero el hombre también tiene otras necesidades: las afectivas. También éstas son pocas, pero tan importantes como sus necesidades físicas, aunque no tan sencillas. Si no se satisfacen, pueden ser tan devastadoras como el hambre física, tan incómodas como la falta de cobijo, tan incapacitantes como la sed. La frustración, el aislamiento y la ansiedad que provocan las necesidades emocionales insatisfechas pueden, al igual que la privación física, producir la muerte o un grado de muerte en vida: neurosis y psicosis.