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  • Si alguien piensa que como psiquiatras que dirigimos un hospital para alcohólicos parecemos un tanto sentimentales, que se quede con nosotros un rato en la línea de fuego, que vea las tragedias, las esposas desesperadas, los niños pequeños; que la solución de estos problemas se convierta en parte de su trabajo diario, e incluso de sus momentos de sueño, y el más cínico no se extrañará de que hayamos aceptado y alentado este movimiento. Sentimos, después de años de experiencia, que no hemos encontrado nada que haya contribuido más a la rehabilitación de estos hombres que el movimiento altruista que ahora crece entre ellos.