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Bueno, lo primero que hacemos es sacar nuestro cerebro y meterlo en un cajón. Meterlo en algún sitio y dejar que haga berrinches hasta que se agote. Puede que sigas oyendo al cerebro y toda la mierda que te está diciendo, pero estará amortiguada, y el mero hecho de que ya no esté en tu cabeza hará que las cosas parezcan más claras. Y entonces simplemente hazlo.