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Jesús no es tu acusador. No es tu fiscal. No es tu juez. Es tu amigo y tu salvador. Como Zaqueo, pasa tiempo con Jesús. No te escondas de él avergonzado ni lo rechaces con arrogancia. No permitas que las opiniones de otras personas moldeen tu concepto de él. Conócelo por ti mismo, y deja que la bondad de Dios te cambie de dentro a fuera.