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  • O tal vez observes una congregación de mariquitas en el tallo de una rosa. No invoques el viejo dicho de la guardería y les pidas que vuelen a casa. Su casa no está ardiendo. Lo están sus rosas, con pulgones, de los que se alimentan las mariquitas, y puede congratularse de que hayan acudido a su rescate.

    Eleanor Perenyi (2010). “Green Thoughts: A Writer in the Garden”, p.173, Modern Library