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  • Bonnie que nunca había lastimado una cosa inofensiva por malicia. Bonnie, que era como un gatito que se abalanza sobre ninguna presa. Bonnie con su pelo que se llamaba algo fresa pero que parecía simplemente como si estuviera ardiendo. Bonnie la de la piel translúcida con delicados fiordos violetas y estuarios de venas por toda la garganta y la cara interna de los brazos. Bonnie que últimamente se había aficionado a mirarle de reojo con sus grandes ojos de niña grandes y marrones bajo unas pestañas como estrellas...

    L J Smith (2010). “Nightfall”, p.100, Hachette UK