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  • Y hemos leído libros de miedo y visto películas y programas de televisión de miedo juntos. Ha conocido monstruos, demonios y engendros en la página y en la pantalla. No hay nada como ver Anaconda con tu mejor amigo o tumbarte en la cama junto a tu madre y leer Roald Dahl, porque así puedes explorar cosas oscuras sin peligro. Te ríes con ello, sales a la pista de baile del vampiro y le das una vuelta, y luego vuelves a tu vida. Cuando te haces amigo del miedo, éste no puede dominarte.

    Anne Lamott (2000). "Misericordias viajeras: Algunas reflexiones sobre la fe", Anchor