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Incendiado por la indignación, Satanás se mantuvo imperturbable y, como un cometa, ardió a lo largo de Ofiuco en el cielo ártico, y de su horrible cabellera agitó la peste y la guerra.
Incendiado por la indignación, Satanás se mantuvo imperturbable y, como un cometa, ardió a lo largo de Ofiuco en el cielo ártico, y de su horrible cabellera agitó la peste y la guerra.