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A las cuatro de la mañana, la mayoría de la gente lleva horas durmiendo, pero a las cuatro de la mañana, los chicos del night-club de hace unos años acababan de entrar en calor. La banda sonaba a todo volumen. El aire era tan denso que se podía coger a puñados y lanzarlo como bolas de nieve. Las pistas de baile estaban abarrotadas de parejas que no podían hacer otra cosa que mover caderas y pies.