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Cada ordenador se divide en su hardware y su software, la máquina anfitriona a su algoritmo, el ser humano a su mente. No es de extrañar que los hombres y las mujeres hayan hecho lo que ahora hacen los ordenadores mucho antes de que éstos pudieran hacer nada en absoluto. La disociación entre mente y materia en hombres y máquinas es muy llamativa; sugiere que casi cualquier organización estable y fiable de objetos materiales puede ejecutar un algoritmo y llegar así a comandar alguna forma de inteligencia.