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Nos incumbe tener siempre presente que, si bien las acciones deben juzgarse siempre según la norma inmutable del bien y del mal, los juicios que emitimos sobre los hombres deben matizarse por consideraciones de edad, país, posición y otras circunstancias accidentales; y entonces se verá que el que es más caritativo en su juicio es generalmente el menos injusto.