-
Sobre la suciedad de una tumba sin nombre y bajo la sombra de la refinería abandonada, los niños jugaban a sus propios juegos inventados: Contables del Salvaje Oeste!, en el que calculaban la pérdida de un cargamento de oro robado de una diligencia imaginaria, o Científicos recién divorciados!, en el que construían un supercolisionador con basura para intentar recuperar a sus amores recién perdidos.