-
A muchos hombres habituales de los salones de masaje, como Talese, no les gustaba la masturbación en solitario; en la jerga de la generación más joven, era un "bajón". Y, sin embargo, ser masturbado por una masajista atractiva, estar en presencia física de una mujer con la que había cierta comunicación y comprensión, si no amor, era gratificante y divertido.