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Hoy en día, el afán de posesión ha llegado a tal extremo que no hay nada en el reino de la naturaleza, ya sea sagrado o profano, de lo que no se pueda sacar provecho.
Hoy en día, el afán de posesión ha llegado a tal extremo que no hay nada en el reino de la naturaleza, ya sea sagrado o profano, de lo que no se pueda sacar provecho.